La ciudadanía, que exploramos en este estudio, alude a la capacidad de imaginar e imaginarse de los ciudadanos que la habitan y la reconstruyen de manera permanente en ámbitos de lo social. Es una trama compleja que requiere mucho trabajo para desendedar los hilos de lo subjetivo y llegar a percibir al otro con tanta cercanía, que lo colectivo sea realmente una apuesta común por reivindicar lo colectivo.

  

Desde estas experiencias de lo cotidiano, se le otorga sentido a la condición de ciudadano, en la medida en que el estado refleja, incentiva y promueve sus vivencias, como un acto legítimamente político e intencionado, que tiene un lugar en la vida pública.  Esta es una conquista de los derechos sociales y culturales, que requiere obviamente una cultura política consiente y flexible, tanto del estado como del ciudadano, poniéndolos en una condición de corresponsabilidad y reflexividad tan indispensable, como complementario.

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