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La búsqueda del conocimiento ha sido siempre parte del eco histórico que resuena en lo que la humanidad ha convenido en llamar cultura. Construcción que atraviesa todas las dimensiones de la existencia y que implica un acto simbólico creador y creativo de lo que se concibe como realidad. Por ello siguiendo a Geertz (1992)  la cultura “ (…) denota una norma de significados transmitidos históricamente, personificados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes con respecto a ésta”.

 

En una versión más cotidiana podría decirse como lo expresa Vargas Llosa (2012) que “la cultura puede ser experimento y reflexión, pensamiento y sueño, pasión y poesía y una revisión crítica, constante y profunda de todas las certidumbres, convicciones, teorías y creencias. Pero ella no puede apartarse de la vida real, de la vida verdadera, de la vida vivida, que no es nunca la de los lugares comunes, la del artificio, el sofisma y el juego, sin riesgo de desintegrarse”

 

Por ello, comprender su devenir y educar constituye una pregunta fundamental sobre la herencia cultural para las futuras generaciones, un ejercicio que nos ocupa desde tiempos inmemoriales.  Educar y comunicar son entonces una búsqueda de la que se tiene memoria gracias a que sus relatos han sido preservados mediante la oralidad, la escritura y las artes.

 

Dicha relación es influida inevitablemente por los medios de comunicación e instaura un lógico cuestionamiento por el papel de éstos en el tipo de educación y por ende, qué  sociedad se quiere potenciar desde estos ámbitos para la posteridad. Un aspecto clave es la forma en que se establecen las relaciones sociales, retomando las ideas de Levis (1999), resulta evidente que “las innovaciones tecnológicas en los medios de comunicación inciden de forma directa en la creación, producción, distribución y recepción de mensajes de todo tipo, dando lugar muchas veces no sólo a la transformación de las formas de decir y de transmitir preexistentes, sino también a la aparición de nuevos medios, nuevos lenguajes y nuevas formas artísticas.

 

Cursar esta maestría de enfoque constructivista, nos reveló nuevos referentes y puso en jaque las posibilidades de cada una de nosotras respecto al consumo y producción de contenidos (relación prosumer). Los cursos nos dieron una nueva mirada que nos permitió enfocarnos en las transformaciones que se están produciendo en nuestros modos de comunicarnos, lo cual nos indujo a querer analizar la influencia de éstos en términos de educación, dando lugar a nuevas formas de expresión, distribución y recepción de los productos culturales.

 

Este fue un postulado transversal, en lo que estábamos haciendo teníamos claro que nuestro enfoque no sería un análisis de las pantallas o de los nuevos medios, nuestro marco comprensivo respecto al saber que queríamos explorar en la comunicación educativa, giraba en torno a las motivaciones particulares de los emisores, se refería más a los relatos que constituyen los símbolos y los signos de lo cultural en tanto son mediaciones de la comunicación humana, y más que nada dispositivos para generación de cambios estéticos y políticos.

 

De acuerdo con Mariniello ( fecha), la idea de que estamos experimentando una profunda crisis en nuestra moderna literacy, sugiere, que la noción de intermedialidad podría ayudar a comprender las nuevas maneras en que se configuran las relaciones de los sujetos y las cosas (sus construcciones). Relación que se desarrolla idealmente, al margen del logocentrismo. 2011: 83p.  Es decir, las nuevas mediaciones y formas narrativas, como la trasmedialidad, nos ayudan a trascender las mediásferas basadas en la retórica de la imagen expuesta por Debray (1998).

 

Unas nuevas formas de narración multimodal nos permiten explorar otras relaciones en las que se replantea la realidad y tal como lo expresara Waslawickz (2003) nos permite verla como un constructo no lineal, ni concreto, que reta la tradición filosófica, que primero trata de comprender y nombrar a las sustancias y luego, captar sus relaciones. La intermedialidad se enfoca en las experiencias y desde estas nos fue fácil dar un paso hacia el carácter relacional de nuestro estudio.

 

Desde esta perspectiva de la Comunicación Educativa, se entiende las interacciones- mediaciones como puntos relacionales que demandan (y permiten) un profundo cambio en la manera como pensamos y actuamos. Para estudiar tal crisis y los cambios involucrados que queríamos ver reflejados en nuestro análisis, realizamos lecturas de diversos autores, las cuales nos permitieron enfocarnos en esas particularidades de la comunicación, que en un principio se mostraron como aspectos meramente instrumentales, pero que a la larga terminaban provocando remediaciones no solo en lo tecnológico, sino también en lo relacional y en los aspectos más simples de la vida cotidiana.

 

Para alimentar esta perspectiva relacional desde la educomunicación exploramos a:  Kínder (2000), que nos permitió valorar la intertextualidad como principio de las nuevas mediaciones tecnológicas;  Jenkins, 2011: que nos referenció la intermedialidad y los relatos tecnológicos en su carácter de narrativas y dispositivos para la mediación; Bolter & Grusin (2012), desde los que exploramos los conceptos de inmediatez, hipermediación y remediación tecnológica, los cuales nos brindaron una perspectiva de la usabilidad del tiempo, las construcciones simbólicas a su alrededor y la noción de temporalidad en el relato de una comunidad; Lev Manovich (2013) que nos brindó elementos para analizar el lenguaje de los nuevos medios como epicentro de las mediaciones comunicacionales.

 

A partir de esta concepción de cultura como fenómeno antropológico y de la comunicación como mediación, es desde donde pretendimos generar una lectura de nuestro estudio. Elegimos unas narrativas que daban cuenta de unas dimensiones relacionales, de unas construcciones colectivas que devienen en una trasformación estética, es decir, un cambio radical en la construcción de los imaginarios y los símbolos desde los que se instaura lo comunitario, mediado por el arte como apropiación de lo político. Estas referencias fueron de vital importancia en el análisis de los hallazgos, pero sin duda, su lugar de mayor preponderancia fue el de síntesis de la intención de este estudio. A continuación, un gráfico que explica cómo se asumieron lo conceptos y como se relacionaron con las categorías iniciales, desde este marco de la educomunicación:

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Como narrativa de una manifestación cultural, la educomunicación tiene el poder de otorgar conocimiento, sentido, placer, preguntas a la existencia y expresar reivindicaciones políticas. Así lo vimos en el estudio realizado en la comuna trece. Los colectivos seleccionados, si bien no tienen un ejercicio claro e intencionado en este aspecto, si han generado las acciones que transformaron su entorno.

 

Fue a partir de aquí que nos surgió la idea de generar una propuesta de divulgación de nuestro estudio que contemplara provocaciones en este sentido, es decir, presentar nuestro trabajo de tal forma que como lo expresa Manovich (2006) el medio toma el mando, lo que nos condujo a explorar con la construcción de una narrativa transmedia de acuerdo a los postulados de Escolari (2006)

 

Así pues, la comunicación educativa como eje transversal, nos llevó a construir una hipótesis ilustrada: ¡Pum! ¡Pum! Memorias del Corazón, que se refiere a la dimensión personal; un sitio web: Bifocal Perspectivas de Ciudad, que hace alusión a la dimensión interpersonal, y el presente informe de investigación, que da cuenta de la dimensión estructural. Estos tres productos hacen una narración de lo acontecido en el estudio y cada uno en sí mismo amplía el universo narrativo, de tal modo que el lector puede acercarse a al estudio mediante una mediación, en la web con dos niveles de contenido o en formato impreso.

Comunicación Educativa: estrategia de interacción con el conocimiento

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